lunes, 5 de enero de 2015

5 Enero 1902 Alfonso XIII inaugura el monumento a Francisco de Quevedo

Monumento a Quevedo (1902) en la Plaza Alonso Martínez, al fondo Calles de Santa Engracia y Salesas Reales

Este monumento, ejecutado por el escultor tortosino Agustín Querol Subirats (1860-1909) y consagrada al insigne escritor madrileño Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645), fue erigida por el Ayuntamiento de Madrid dentro del programa ideado por el alcalde Alberto Aguilera para conmemorar la jura del rey Alfonso XII al cumplir la mayoría de edad el año 1902, junto con las de Agustín Argüelles por José Martínez Alcoverro, Bravo Murillo por Miguel Ángel Trilles, Francisco de Goya por Mariano Benlliure, José de Salamanca por Jerónimo Suñol y Lope de Vega por Mateo Inurria; quedando sin realizar las proyectadas a los dramaturgos Ramón de la Cruz y Leandro Fernández de Moratín, y al arquitecto Ventura Rodríguez. Aunque el presupuesto previsto para cada una ascendía a 35.000 pesetas, que se aumentarían en 5.000 ptas más si era necesario, la estatua de Quevedo, encargada directamente a su escultor por Decreto del 7 de octubre de 1901, costó 65.000 pesetas a causa del elaboradísimo pedestal escultórico de piedra caliza con bajorrelieves y figuras alegóricas, obra también del propio Querol, que fue causa probable de los retrasos en su ejecución, por lo que el 5 de junio de 1902 sólo pudo ser inaugurada provisionalmente con un modelo en yeso ocupando el lugar de la estatua definitiva, volviendo a ocultarse con vallas hasta el 22 de octubre, en que se remató el conjunto; aunque nunca se instalaron los cuatro bajorrelieves de bronce alusivos a obras de Quevedo que debían ocupar los recuadros dejados expresamente para ellos en la parte baja del pedestal, como se deduce de las inscripciones que los coronan.




Originalmente la escultura se instaló en la plaza de Santa Bárbara, actual glorieta de Alonso Martínez, estando prevista su protección por una elegante verja de estilo modernista diseñada en consonancia con el monumento, que no llegó a colocarse. En 1963, por motivos de tráfico se trasladó a una isleta ajardinada en la glorieta dedicada al propio Quevedo, donde hasta entonces se alzaba el monumento al Dos de Mayo de Aniceto Marinas, que se reubicó en los jardines de Ferraz, enfrentado a la desembocadura de la calle de Eloy Gonzalo; aprovechándose la ocasión para sustituir por una copia el degradado pedestal original. Hacia el año 2000 se volvió a remodelar la plaza, recreando una rotonda central donde se instaló la escultura como remate de una fuente monumental formada por una meseta suavemente escalonada por la que se desliza el agua que brota bajo aquélla a un estanque circular punteado de pequeños surtidores, perdiéndose en la reforma el plinto escalonado con tres peldaños sobre el que antaño se alzaba, sustituido por una faja de realce placada en piedra negra que no favorece al monumento, al interrumpir el "derrame" naturalista del pedestal de forma artificiosa.


Boceto de la escultura por Querol, en 1901

Agustín Querol es autor de otras muchas obras en Madrid, como el monumento a Claudio Moyano en el arranque de la cuesta de su nombre, los mausoleos de Cánovas del Castillo en el Panteón de Hombres Ilustres y de la familia Guirao en la Sacramental de San Isidro, los grupos escultóricos que rematan el Ministerio de Agricultura (traspasados a bronce por el escultor Juan de Ávalos cuando el mármol original comenzó a disgregarse), o el inmenso grupo alegórico que decora desde 1903 el frontón de la Biblioteca Nacional, en cuyos jardines se expusieron hasta hace pocos años el bajorrelieve de San Francisco de Asís curando a los leprosos de 1887, que obtuvo Medalla de Oro en las exposiciones de Berlín, Munich y Viena, y el grupo Sagunto, que ganó la de Honor en la Exposición Nacional de 1906.



El pedestal esta formado por un plinto prismático con planta de cruz griega decorado con motivos vegetales, con cuatro recuadros rehundidos en los testeros sobre los que campean sendas inscripciones alusivas a unos bajorrelieves que reflejaban los principales géneros que trabajó Quevedo, y que nunca llegaron a colocarse: al frente, mirando al Sur, se lee GRAN TACAÑO en referencia a la novela satírica “Vida del Gran Tacaño”; al Este, PODEROSO CABALLERO (…)S D DINERO por el poema homónimo, representando la Lírica; en la cara trasera al Norte, MARCO BRUTO de la “Historia de Marco Bruto”, como la Historia; y al Oeste, SANTO TOMÁS de la “Vida de Santo Tomás de Villanueva”, por la narrativa en Prosa. 





Sobre este primer cuerpo, descansa uno de mayor tamaño decorado con cuatro figuras femeninas alegóricas entrelazadas en un torbellino en torno al mismo, comenzando por una agitada representación alada de la Sátira, con el torso desnudo, cuyas alas desbordan el marco del pedestal, y que sostiene en la mano derecha una lira que transfiere a la Poesía, vestida con túnica y de pie sobre la inscripción correspondiente a su género, que la recoge también con la diestra, mientras con la izquierda –que sostiene una pequeña figura desnuda– alcanza a tocar el libro abierto que sostiene la Historia, también vestida y sentada en el centro de la cara trasera –bajo la fecha 1580 de nacimiento del escritor–, escuchando estática a la Prosa, que completamente desnuda se inclina hacia ella llevándose la mano izquierda a la boca a modo de tornavoz, mientras con la diestra levanta en alto lo que parece una antorcha con la que casi toca la mano izquierda –que sujeta una palma– de la Sátira del principio. 





Coronando el conjunto, sobre un plinto naturalista con el apellido QUEVEDO labrado en el frente y la firma del escultor A. Querol en el costado izquierdo, descansa la arrogante figura del escritor: con melena, bigote, perilla y los característicos anteojos llamados “quevedos” en su honor –magistralmente representados–; de pie, descansando el peso en la pierna derecha y la izquierda levemente adelantada, vestido como caballero a la usanza de su época, con la cruz de Santiago en el pecho, espada –hoy rota– y capa corta que recoge con la diestra mano, en la que lleva una pluma, mientras con la izquierda guarda en el cinto un billete plegado y arrugado, quizá como referencia a los famosos memoriales dirigidos al rey que tantos problemas le causaron.

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