lunes, 10 de noviembre de 2014

10 Noviembre 1900 se inaugura la estatua en honor a Claudio Moyano en la Glorieta de Atocha




Este monumento al político zamorano Claudio Moyano Samaniego (1809-1890) fue erigido a propuesta del Magisterio Español, en agradecimiento a la publicación durante su ministerio, como titular de Fomento en el gobierno presidido por el general Narváez, de la Ley de Instrucción Pública en 1857, por él redactada y en la que se declaraba obligatoria en España la enseñanza primaria. 



Moyano, que era catedrático de Derecho Civil (1835) y Economía Política (1836), inició su carrera política como alcalde de Valladolid en 1841, adquiriendo gran protagonismo dos años más tarde al sublevar la milicia contra la regencia de Espartero. 



Sin renunciar a la actividad académica, pues llegó a ser rector de las universidades de Valladolid y Madrid, ocupó por tres veces el Ministerio de Fomento, en 1853, 1856-1857 y 1864, distinguiéndose por su talante moderado. A partir de la restauración alfonsina se distanciaría de la política, manteniéndose como diputado y luego senador, siendo vitalicio desde 1886.



La estatua homenaje fue costeada por suscripción popular, la cual quedó abierta en 1898, siendo inaugurada el 10 de noviembre de 1900 en la Glorieta de Atocha, junto al entonces Ministerio de Fomento, actual de Agricultura. 



No obstante, con posterioridad, habría de sufrir diversos traslados, ante los muchos atentados y sustracciones de material producidos y, tras la Guerra Civil, su reubicación en la Plaza de Luca de Tena, junto al Paseo de las Delicias, hasta que el departamento de patrimonio del Ayuntamiento de Madrid, durante la alcaldía de Enrique Tierno Galván, planteara en 1981 la recuperación de su emplazamiento original, en el encuentro de la referida plaza y la cuesta que lleva el nombre del insigne político. 



Se aprovechó entonces el traslado para la construcción de un nuevo pedestal, réplica del antiguo, que se hallaba en pésimo estado por la descomposición de la piedra caliza, recolocándose los bajorrelieves de bronce que lo adornaban, excepto uno, el posterior, que había desaparecido en 1918.



Cuesta de Moyano

La Cuesta de Moyano es el nombre popular con el que se conoce a la calle de Claudio de Moyano de Madrid, famosa por las casetas de venta de libros (muchas de ellas de libreros de viejo, o de segunda mano) que están instaladas junto a la verja del Jardín Botánico. La calle comunica el Paseo del Prado con el parque del Retiro y actualmente está peatonalizada. Recibe su nombre del político zamorano Claudio Moyano, autor de la Ley de Instrucción Pública de 1855 y que tiene una estatua de bronce en el arranque de la subida. Al final de la cuesta hay otra estatua dedicada al escritor vasco Pío Baroja. Esta estatua broncínea anteriormente estaba situada en el interior del Parque del Retiro.


Historia

Existieron en Madrid ferias desde la época de dominación árabe, e incluso en los primeros siglos tras la Reconquista. El 18 de abril de 1447 Juan II de Castilla permitió celebrar dos ferias anuales de quince días de duración cada una. Las ferias madrileñas, que se celebraban del 8 de mayo y del 21 de septiembre, tuvieron un efecto reclamo sobre comerciantes y compradores regionales. A finales del siglo XV ya formaban parte de la vida cotidiana de los madrileños. Se producían de forma espontánea en diferentes calles, algunas como la feria de San Mateo, la de la Cebada, la de la Plaza mayor, etc. Algunas de ellas eran itinerantes. El desarrollo urbano y la aparición de locales especializados en lugares físicos (las denominadas tiendas) hicieron que desapareciese gran parte de estas ferias.


Inicios

Una de las ferias que sobrevivió a finales del siglo XIX fue la existente en Atocha, en la que se ofrecían diversos productos elaborados, entre ellos, libros. En 1919 este sector de libreros abandonó Atocha para situarse en el paseo del Prado, delante del Jardín Botánico. En 1924 el director del Jardín Botánico escribió al Ayuntamiento de Madrid una carta en la que se tilda de improcedente y perjudicial para la salud la colocación permanente de los puestos frente a la verja. La protesta del director hizo que se colocara en la cuesta Moyano,1 calle que se había abierto en terrenos que pertenecieron al jardín Botánico. Esta feria era denominada por Ramón Gómez de la Serna como la feria del boquerón, debido a que por aquella época los libros se vendían a quince céntimos. En 1925 permaneció abierta de forma permanente la feria fija del libro en unos cajones hechos con madera de pino. El diseño de las casetas cada una de ellas de quince metros cuadrados fue realizado por el arquitecto Luis Bellido. El ayuntamiento fijó como número máximo el de treinta casetas, prohibió poner tinglados auxiliares, utilizar alumbrado o calefacción y subarrendar el puesto. El canon municipal, que oscilaba entre las treinta y las cincuenta pesetas al mes, debía abonarse en los ocho primeros días de cada trimestre.


Tras la Guerra Civil

El emplazamiento no gustó y varios intelectuales de la época enviaron una queja al Ayuntamiento que no fue atendida; de la misma forma la queja que hicieron en 1931 los libreros para colocarse en el paseo del Prado, entre el Banco de España y el Museo del Prado. El alcalde Pedro Rico solicitó un estudio al arquitecto Francisco Javier Ferrero para construir cuarenta casetas frente al museo del Prado. El proyecto no llegó a acomenterse y tras la Guerra Civil el emplazamiento ya se había estabilizado, haciendo que los primeros intentos de cambiar el emplazamiento fueran olvidados. En el año 1969 el Ayuntamiento consideró la renovación de las casetas y encargó un nuevo diseño a dos arquitectos Joaquín Roldán y José Ángel Rodrigo. El proyecto coincidía con la renovación del Jardín Botánico, diseñando una apertura en la esquina de la calle Moyano con el Paseo del Prado. Finalmente el proyecto se quedó sin realizar. En 1984 se volvieron a estudiar las condiciones de habitabilidad, y finalmente el Ayuntamiento concedió el permiso para que las casetas poseyeran agua, electricidad y teléfono. Durante las obras de 1986 los libreros volvieron por segunda vez al Paseo del Prado. Las obras permitieron insertar entre las casetas existentes una con aseos, y otra para un vigilante. Se acordó mantener el aspecto clásico.


Actualidad

Este enclave sufrió un grave contratiempo en julio del año 2004 tras el incendio de una estación eléctrica en la vecina calle de Almadén. El suceso motivó el traslado de la misma a la Cuesta de Moyano, construyéndose la misma bajo la superficie. Las obras obligaron al traslado provisional de los libreros a unas casetas de conglomerado alineadas, una vez más, junto a la verja del Jardín Botánico. A su emplazamiento original, por tercera vez. Pero esta circunstancia adversa se aprovechó para acometer una profunda remodelación de la Cuesta, que se prolongó durante más de dos años, como parte del Plan Especial Prado-Recoletos, realizado por el equipo de arquitectos Álvaro SizaJuan Miguel Hernández de LeónCarlos Riaño y José Miguel Rueda. El 19 de abril de 2007 se reabrió finalmente la Cuesta a los libreros y a los peatones, habiéndose eliminado la circulación de vehículos.
La caseta número 1 fue reservada para el Ayuntamiento con el fin de vender sus propias publicaciones. Desde ese día la cuesta está presidida por el monumento a Pío Baroja, uno de los promotores de la feria, trasladado desde su primitiva ubicación en el cercano parque del Retiro. En el otro extremo, junto al Paseo del Prado, se levanta el monumento a Claudio Moyano.


Referencias literarias

Las puestos de los libreros aparecen en numerosas obras literarias ambientadas en Madrid. Por su cercanía con la Estación de Atocha se trata de un lugar que los viajeros encontraban no más descender del tren.
Cae por la cuesta de Moyano un alegre carrito de hortalizas. Los puestos de libros de lance guardan, herméticamente, su botín inmenso de vanas ilusiones que fracasaron, ¡ay!, sin que nadie se enterase.
Camilo José CelaViaje a la Alcarria (1948) 
Andrés Trapiello cita a menudo en sus diarios (compuestos por numerosos volúmenes y recogidos bajo la denominación común de Salón de los Pasos Perdidos) la Cuesta de Moyano como lugar de sus compras librescas. En la novela Jerjes conquista el mar de Óscar Esquivias es uno de los escenarios principales.
Entre los poetas, Juan Van-Halen le ha dedicado versos memorables en su poemario Revelaciones, con el que ganó el prestigioso Premio Francisco de Quevedo del Ayuntamiento de Madrid.

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