jueves, 18 de septiembre de 2014

18 septiembre 1875 se abrió al público el Teatro de la Comedia en la calle Príncipe

Situado en un barrio de gran tradición teatral en que ya existían corrales de comedias -el de la Cruz y el del Príncipe (hoy teatro Español)- en los siglos XVI y XVII, el teatro de la Comedia se construyó en 1874 en un solar de la calle del Príncipe, propiedad de D. Silverio López de  Larrainza, empresario de salas de juego que quiso dejar constancia de su actividad en la decoración del teatro. Por eso las estatuas en bronce del antevestíbulo representan a un malabarista y a un encantador de serpientes y los forjados de las balaustradas del interior de la sala reproducen motivos de los palos de la baraja (copas, bastos y espadas), e instrumentos musicales. El arquitecto manchego Agustín Ortiz de Villajos, autor de la iglesia del Buen Suceso y de los teatros de la Princesa (hoy María Guerrero) y del desaparecido Teatro Circo Price, fue el encargado de su construcción.





La Comedia se trazó en tres pisos y una platea con planta en forma de herradura, dispuesto a la italiana, con entrada por la calle del Príncipe para espectadores, y por la calle de la Gorguera (hoy Núñez de Arce) para carga y descarga. El interior fue construido con pasillos amplios y dos cuerpos de escalera, a derecha e izquierda de la sala, para acceso a plantas superiores. El teatro tiene doce palcos por planta, seis a cada lado, separados entre sí por un tabique con arco árabe y antepechos de hierro calado. La mayor novedad en su decoración y estructura fue la abundante utilización de elementos de fundición y de hierro forjado en sustitución de la madera, lo que aportaba una sensación de mayor ligereza al conjunto.
El escenario era de reducidas dimensiones y sin espacios complementarios para grandes montajes, pero incorporaba medidas de seguridad muy importantes para la época, que incluían un telón metálico cortafuegos y un sistema de regulación del alumbrado diseñado por Picoli, sustituido en 1887 por el alumbrado eléctrico. El piso de la sala, de madera, tenía un curioso mecanismo que permitía elevar la parte más inclinada y alinearse con el escenario, de modo que podía utilizarse también como salón de baile.





La decoración, de inspiración árabe, con ciertas reminiscencias de la Alhambra, muy del gusto de la época, estaba realizada blanco y oro, a excepción de las butacas, tapizadas en terciopelo rojo. El telón de boca que cerraba el escenario era un diseño del pintor José Vallejo, que representaba el Templo de la Inmortalidad y en el que aparecían poetas, actores y dramaturgos consagrados, como Calderón, Cervantes, Moratín, Julián Romea y el Duque de Rivas, entre otros. El arquitecto sólo cometió un pequeño error: olvidó diseñar los camerinos por creer "que los cómicos iban ya vestidos al teatro desde sus casas".





El teatro de la Comedia se inauguró el 18 de septiembre de 1875, con la presencia del rey Alfonso XII. Se representó  El espejo de cuerpo entero, pieza en un acto de Diego Luque y la comedia en tres actos de Bretón de los Herreros Me voy de Madrid, representada por el gran actor Emilio Mario, que programó muchas de sus temporadas, estrenando obras de Moratín y Bretón de os Herreros. Le sucedieron posteriormente Emilio Thuiller,  Francisco García Ortega, Juan Balaguer, Enrique Borrás,  etc.





La noche del 17 al 18  de abril de 1915, se declaró un incendio que destruyó el interior del teatro, desplomándose el techo sobre el patio de butacas. El telón quedó destruido así como los decorados y el vestuario de El orgullo de Albacete, de Pedro Weber, la obra que se representaba esa temporada. La sala fue reconstruida en pocos  meses por el arquitecto Luis Bellido, incorporando, por primera vez, hormigón armado y aplicando la normativa del Reglamento de Espectáculos. Aumentó a cuatro las escaleras  y construyó un vestíbulo y una cafetería. El 22 de diciembre de 1915 se reabre el teatro con la función La propia estimación, de Jacinto Benavente.
La Comedia ha vivido estrenos de nuestros mejores clásicos del Siglo de Oro y de autores como Benavente  Galdós, Dicenta, los Álvarez Quintero y Moratín.  En el teatro permaneció  María Guerrero de 1885 a 1894  y  han sido compañías habituales, entre otras, las de Santacana, Luisa Esteso, Alberto Closas, Aldolfo Marsillach-Amparo Soler Leal, Conchita Montes y Lola Membrives.


Falange española se dio a conocer en un mitin celebrado en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933

Durante un siglo, el teatro perteneció a la familia Escudero: desde 1899, cuando Tirso Escudero se convierte en el empresario de la Comedia  hasta que sus herederos lo venden al Estado en 1998.
Años antes, en 1986, el teatro de la Comedia había sido arrendado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) como sede de la recién creada Compañía Nacional de Teatro Clásico.  Tras la compra del teatro, se adquieren además  cinco de los pisos del edificio, consolidando de esta forma la Comedia como sede estable y definitiva de la Compañía.
En el mes de abril de 2002 la Comedia fue cerrada al público para someterse a una amplia reforma y las representaciones se desarrollan desde entonces en una sede provisional: el teatro Pavón. En septiembre de 2010 se hizo público el alcance de los trabajos de rehabilitación y ampliación del teatro, obra de  Araujo y Nadal Arquitectos y a cargo de la constructora OHL.

1 comentario:

  1. Noticia ABC 9 Septiembre 2014...

    Tras permanecer doce años cerrado, el teatro de la Comedia tiene previsto abrir sus puertas en septiembre de 2015, según anunció ayer el director general del Inaem, Miguel Ángel Recio. Este histórico y centro teatro, construido en 1874, volverá a ser la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, actualmente en el teatro Pavón.

    El teatro de la Comedia ofreció sus últimas representaciones -«La dama boba», de Lope de Vega, curiosamente dirigidas por Helena Pimenta, actual responsable de la CNTC- en 2002; después de ellas, el Inaem -su propietario desde 1999- lo cerró para realizar unas reformas con el fin de adecuar el edificio a las actuales normas de seguridad. Las obras, sin embargo, no comenzaron hasta ocho años más tarde, en octubre de 2010.

    Los trabajos realizados han sido varios, según el Inaem, especialmente de recuperación del espacio y consolidación de estructuras. El presupuesto inicial para la reforma era, dijo Miguel Ángel Recio, de 27,6 millones de euros, de los cuales 15,7 correspondían a la ejecución de la obra civil. «Finalmente, el coste de esta primera fase ha sido de 14,2 millones, lo que ha supuesto un ahorro de 1,5 millones».

    La obra civil tiene prevista su conclusión para el primer trimestre de 2015. Tras esta fase, comenzará la obra de equipamiento, presupuestada en ocho millones de euros aproximadamente, y que concluirá, según las previsiones del Inaem, en el verano del año próximo. Así, se quiere que la próxima temporada de la CNTC se desarrolle en el teatro de la Comedia: la Compañía abandonará así su sede provisional en el teatro Pavón.

    Las obras han incluído la creación de un gran aljibe con el sistema de extinción de incendios; la elevación del escenario para instalar el peine y el contrapeine, la restauración del lienzo del techo, y la reposición y restauración de los elementos ornamentales del teatro. Según los responsables de las obras, estas se han prolongado al encontrarse con mayores dificultades técnicas de lo esperado; por ejemplo, al acometer los trabajos del contrafoso se encontraron con que allí se depositaron en 1915 todos los escombros provocados por el incendio que destruyó el teatro ese año. También la particular situación de la sala, en una calle muy estrecha -la calle del Príncipe- y rodeado de viviendas, ha hecho que se acometieran las obras con mucho mimo.

    El teatro contará con un aforo de setecientas personas y se ha creado también una sala configurable de 300 metros cuadrados para representaciones y ensayos, con capacidad para un centenar de espectadores.

    El 18 de septiembre de 1815 se inauguró el teatro de la Comedia con tres obras: «El espejo de cuerpo entero», «El templo de la inmortalidad» y «Me voy de Madrid». Se construyó sobre un solar de la calle del Príncipe, propiedad de Silverio López de Larraínza, a pocos metros del actual Teatro Español. El 17 de abril de 1915 un incendio -provocado seguramente por un cortocircuito- destruyó totalmente el teatro. Seis meses después se inauguraba la restauración del teatro, que contó con un empresario histórico: Tirso García Escudero, a quien sucederían su hijo y su nieto. En 1986 el Ministerio de Cultura alquiló el edificio para albergar la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y en 1999 lo adquirió definitivamente.

    Allí se estrenaron obras como «La venganza de Don Mendo», de Pedro Muñoz Seca (1918), «Eloísa está debajo de un almendro», de Jardiel Poncela (1940), «Ninette y un señor de Murcia», de Miguel Mihura (1964) y «Oficio de tinieblas», de Alfonso Sastre (1967). El 29 de octubre de 1933 acogió el acto fundacional de la Falange Española, y allí leyó José Antonio Primo de Rivera su discurso.

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